La turquesa es un mineral, de color azul verdoso. Es un fosfato de aluminio y cobre.
Es escaso y valioso por su calidad. Ha sido muy apreciado como piedra preciosa y ornamental durante miles de años debido a su color
inigualable. En la actualidad, como
tantas otras gemas, tiene gran popularidad en el mercado debido a la
introducción de tratamientos e imitaciones, algunas muy difíciles de detectar
aun por expertos.
La palabra "turquesa"'
es muy antigua y de origen indeterminado. Deriva del francés pierre turquoise,
significando "piedra turca". Se
piensa que esto surge de una confusión, ya que en Turquía no hay turquesas,
pero eran comercializadas allí, y entonces la gema fue asociada con ese país.
Como cuidar las turquesas
Siendo un material de fosfato, la turquesa es frágil y
sensible a los solventes. Los perfumes y otros cosméticos pueden alterar su
color, al igual que las pieles grasas. Exposiciones
prolongadas a la luz solar también pueden decolorarla o deshidratarla.
Deben tomarse ciertos cuidados cuando se utiliza como
joya: los cosméticos, incluyendo los bronceadores o protectores solares y el
aerosol para cabello deben ser aplicados antes de ponerse los accesorios, y no
debe ser utilizada en la playa u otros lugares soleados.
Después de su uso, la turquesa debe ser limpiada con
un paño suave para evitar la acumulación de residuos, y debe guardarse en un
recipiente, aislada de otras piezas, para evitar ralladuras ocasionadas por
otras gemas más duras.